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martes, 3 de septiembre de 2013

EL TOQUE DE UN ASESINO: CAPITULO 2

CAPITULO DOS

Yunho corrió por la calle desierta tan rápido como sus pies cansados se lo permitían. Sus pulmones ardían, el paquete en su espalda se sentía pesado y una punzada desagradable se había desarrollado en uno de sus costados, pero se desafió a no dejar de coger aliento, puesto que ya se había pasado una hora y media de su toque de queda.

Mierda. Mierda. Maldita sea.

Dio la vuelta en la esquina, sus zapatillas de tenis hacían un ruido de chapoteo en el pavimento mojado. Cuando vio la luz del porche encendida junto a la puerta de entrada de la casa, su estómago cayó. Mierda, su tardanza había sido advertida. Una pequeña parte de él lo esperaba, aunque con todo lo que había estado sucediendo, un desaparecido Yunho debería haber sido la parte menos importante de la maldita lista de notificaciones. Corrió hasta el porche y en el momento en el que sus pies habían alcanzado la etapa final, la puerta principal se abrió para revelar a su mejor amigo, Minho.

—Ya era hora de que llegaras aquí de una maldita vez.  Lee Sang está lo suficientemente cabreado como para echarte toda la mierda —dijo a modo de saludo Minho, un cambiaformas tigre normalmente reservado, con el pelo rubio y los ojos castaños, al que costaba mucho molestar hasta el punto que parecía estar en ese momento. Maldita sea, Lee Sang debía estar realmente molesto.

—Me encontré con algunos problemas —exclamó Yunho tropezando a través de la puerta. Una vez dentro, se dobló y puso las manos sobre sus rodillas mientras luchaba por recuperar el aliento.

Su mentor, Lee Sang, era un paranoico y lo primero que hizo cuando se mudaron a su nueva ubicación fue instalar fuertes bloqueos y un sistema de alarma. Minho también activó esta antes de pasar a darle a Yunho toda su atención.

—Eso es mucho decir para ti. ¿Fuiste capaz al menos de completar tu misión?

—¿Tienes alguna duda? —Yunho bufó sin darle importancia cuando cogió su mochila. Al abrirla, sacó las diversas piezas de equipo médico que Minho había solicitado.

Minho sonrió y fue a por el material. —¿Te las arreglaste para conseguirlo todo?

—Sí. —Yunho tragó saliva—. ¿Ayudará esto en algo?

—No lo sé —admitió Minho, preocupado, su labio inferior entre sus dientes—. Sólo lo estoy intentando eneste momento. No soy médico, y eso es lo que Lee Sang necesita.

—Sabes que no estará de acuerdo con eso. No puede ir a un hospital de humanos y no quiere tener nada que ver con los cambiaformas médicos. —Yunho lanzó una mirada de preocupación a la puerta del dormitorio cerrado cuando el dolor amenazó con desbordarlo.

Sabiendo que no podía posponerlo por más tiempo, Yunho caminó por el pasillo y abrió la puerta. Su corazón cerrado mientras miraba a Lee Sang. El hombre que había sido su mentor, su padre, su todo, estaba ahora tendido en la cama... una sombra de sí mismo. Mientras que una vez había tenido un largo y dorado cabello rubio y un cuerpo fuerte, ya pesaba menos de cincuenta kilogramos y estaba casi calvo. Su vibrante piel se veía ahora de una palidez como el papel gris y su respiración salía como un traqueteo.

Al entrar en la habitación, Yunho trató duro de no ahogarse con el olor maduro de la enfermedad cuando se acercó a la cama. A medida que se acercaba, Lee Sang entreabrió sus párpados para revelar sus pálidos ojos azules.

—Llegas tarde —acusó con voz ronca.

Incluso teniendo en cuenta la condición enfermiza de Lee Sang, toda una vida de dura disciplina bajo la mano del hombre todavía hacía que un escalofrío de miedo bajara por la columna de Yunho. Se puso de rodillas junto a la cama y bajó la cabeza en una posición sumisa. —Lo siento, Lee Sang.—Se puso tenso a la espera de la ira que sabía que vendría hacia él.

—¿Al menos te las arreglaste para completar tu misión? ¿Eliminaste a todos?

—Sí. Le di el equipo a Minho. —Yunho casi se estremeció cuando sintió una mano sobre su cabeza. En lugar del golpe que esperaba, llegó una suave palmada. En un primer momento lo confundió, ya que Lee Sang nunca había sido del tipo afectuoso. Entonces Yunho decidió no pensar sobre eso y se permitió relajarse en la caricia.

—Tú debes llegar a tiempo. Cuando llegas tarde haces que me preocupe por ti —respondió Lee Sang, su voz mucho más suave y calmada que antes.

Por un breve momento irracional, una parte amarga de Yunho se preguntó si su tutor lo echaría de menos a él, o simplemente a las habilidades únicas que tenía para ofrecer y la disposición para asumir cualquier misión. Sus únicos ingresos provenían de personas privadas que contrataban a Seungri, Minho o Yunho para realizar trabajos especiales. Todos los puestos de trabajo, a menudo involucraban cosas como allanamiento de morada o robo, y Lee Sang no podría reemplazarlo fácilmente. No es como si la persona pudiera poner un anuncio clasificado que dijera: ‘Se necesita un cambiaformas felino. Debe estar altamente capacitado en robo, ganzúas, armas de fuego y falsificación. Por favor, incluya referencias’.

—¿Cuál será mi castigo? —Yunho rechinó, deseoso de acabar de una vez.

—Creo que un par de horas en el puesto de rodillas.

—Gracias —dijo Yunho, dando la necesaria respuesta estándar. La misma que había estado usando desde que era un niño.

Se puso de pie y dejó a Lee Sang, inmediatamente se fue a la esquina de la sala principal. Allí había una pequeña plataforma que tenía tres listones de madera a través de ella, de un par de pulgadas de ancho, tenía un borde afilado que atravesaba la parte superior. Yunho se arrodilló, su peso corporal hizo que la madera se clavara inmediatamente en sus rodillas y pantorrillas.

Mientras la puerta se abrió, Seungri entro con paso apresurado. Al parecer no era el único que se había retrasado. Hizo lo mismo que él, entró a la habitación de Lee Sang, estuvo unos minutos en ella y salió para situarse a su lado.

El dolor que se sentía al principio era suave, con el paso del tiempo, se hacía insoportable. Aún así, Yunho miró la cara de Seungri, por la cual una gota de sudor resbalaba. A pesar de haber pasado por este castigo desde que eran niños, Seungri no poseía la resistencia al dolor como Yunho lo hacía.

—Llegas tarde —dijo Yunho con voz monótona.

—Sí. Me encontré con un rastreador y me entretuvo un tiempo. No pude completar la misión —mantenía aún los ojos cerrados, pero el tono de su voz le dijo a Yunho que ahí había algo más.

Seungri abrió los ojos cuando sintió a Yunho aún más cerca de él. Seungri observó a aquel chico con el pelo castaño y ojos grandes y marrones, que tenía una apariencia casi inocente y tímida, sin embargo esta solo era un escudo, ya que Seungri sabía que Yunho podía manejarse por su cuenta en cualquier pelea. La verdad sea dicha, a Seungri le sería difícil encontrar un hijo de puta mayor que Yunho. En más de una ocasión, Seungri había visto al cambiaformas leopardo derribar fríamente a un oponente. Mientras que Minho y él siempre habían dudado antes de matar, Yunho nunca se estremeció. Por lo que Seungri podría decir, Yunho nunca miró hacia atrás arrepentido.

Sin embargo, si Lee Sang le hubiera dado la orden de darle una paliza a él o Minho, esto habría golpeado a Yunho duramente. Aunque odiaba al resto del mundo, el leopardo daría su vida por los miembros de su familia de menesterosos.

—Minho me ha dicho que te ha seguido el mismo rastreador que ha estado en tu culo los últimos meses —le susurró Yunho.

—Sí —se estremeció Seungri mientras se desplazaba ligeramente en las tablas.

—¿Quieres que lo mate? —Yunho hizo la pregunta como si fuera algo casual, con tanta naturalidad como si le estuviera preguntando qué necesitaba para recoger la ropa de la tintorería o algo como eso.

—No —dijo Seungri bruscamente.

Ambos se estremecieron antes de disparar miradas furtivas a la puerta cerrada del dormitorio. Si Lee Sang los encontraba hablando durante el castigo, no habría infierno suficiente para pagarlo. Cuando no pasó nada, los dos dejaron escapar un suspiro de alivio.

—¿Por qué no puedo matarlo? Me parece que es la mejor manera de poner fin a tu problema —presionó Yunho.

Seungri parpadeó con asombro. Yunho era del tipo que hacía desear a las viejas pellizcarle sus mejillas y darle palmaditas en la cabeza. Se acababa de demostrar que tener los lindos ojos de Bambie, a veces escondía el peor significado. —No puedes ir por ahí lanzando a la gente al mar cuando te cabrea. —A pesar de que Seungri explicó ese punto, sabía que iba a pasar de largo sobre la cabeza de Yunho.

—¿Por qué?

Seungri suspiró. ¿Cómo exactamente explicas lo que está bien y lo que está mal a un sociópata? —Simplemente no puedes. Eso está mal.

Ahora fue Yunho el que parpadeó por la confusión. —¿Te gusta el rastreador, no?

—No —Seungri negó rápidamente, su corazón martilleando en su pecho.

Una extraña sonrisa rizó los labios de Yunho. —Sí, te gusta. Para ti probablemente sea duro sólo pensar en él.

—Cállate.

Yunho se acercó más, su mano en la rodilla de Seungri. —Dímelo todo sobre él. ¿Es caliente? ¿Tiene un gran cuerpo? ¿Cómo de grande es su pene?

Seungri quitó la mano a Yunho con determinación. —Puesto que no he visto su polla, ¿cómo voy a saberlo? Y, sí, es caliente.

—Lo sabía. —Yunho soltó una risa que sonaba malvada y demente al mismo tiempo.

—Sin embargo no importa, porque sigue siendo el enemigo. —Seungri volvió su rostro hacia la pared, poniendo fin a la conversación.

….
…..

Seungri entró por la puerta, y se detuvo para tomar aliento una vez que llegó a la sala de estar. Doblado por la cintura, miró el reloj. ¡Sí! Lo había hecho con cinco minutos de sobra.  Poco a poco se dio cuenta de que tanto Minho como Yunho estaban allí, se veían con idéntico horror en sus rostros cuando se le quedaron mirando como si le hubieran crecido alas. —¿Qué? No llego tarde. —Señaló a la defensiva al reloj.

—¿Qué demonios has estado haciendo? —preguntó Minho antes de que negara con la cabeza y levantara las manos—. Espera, es bastante obvio lo que tú has estado haciendo. Debería estar preguntando por qué infiernos eres tan estúpido.

—No entiendo —evadió Seungri antes de mirar hacia abajo a su ropa.

Joder, debería haberse tomado al menos un par de minutos para limpiarse un poco. La camisa y los pantalones estaban manchados de barro y hierba. Hojas y ramas perdidas estaban pegadas en su pistolera. Gimió cuando se dio cuenta de que parecía ir con un letrero de neón que decía: ‘Me han follado’. Pegó una sonrisa falsa en su cara y decidió intentar fanfarronear para salir de eso. —Me metí en una pelea, eso es todo. No se preocupen, he completado la misión.

—¡Mierda! —susurró Minho, mientras daba una mirada de preocupación a la puerta cerrada del dormitorio de Lee Sang.

—Apestas a algo, y apuesto a que es a pantera —agregó Yunho, sus labios fruncidos en disgusto. Seungri lanzó una mirada desagradable a Yunho, él que había cometido un montón de pecados peores en su corta vida.

—¿Eso viene del hombre que se folló a un cambiaformas lagarto? —respondió Seungri.

La boca de Minho se separó en estado de shock antes de mirar para ver cómo iba a reaccionar Yunho. Seungri cerró los puños, mientras también esperaba. Aunque Yunho podía cuidarlos a Minho y a él, el chico todavía tenía tendencias sociópatas que no garantizaban que no se pusiera violento.

—Ya te lo dije una vez. Cuando sucedió eso, estaba borracho y caliente —dijo Yunho con gesto frívolo.

—Además, Yunho nunca ha llegado a casa en tal mal estado como tú ahora —añadió Minho.

—Lee Sang va a exigir tu culo de mierda cuando te vea —vaticinó Yunho sombrío.

—Voy a darme una ducha y mantener el cuello cubierto —dijo Seungri.

Minho negó con la cabeza. —¿No te acuerdas cuando jodí con el bribón puma? Su olor se quedó en mí durante un mes. Intenté todo lo posible para sacarme su olor, incluso con el jugo de tomate.

Yunho arrugó la nariz. —Eso sirve para el olor de mofeta, no de gatos.

—¡Por supuesto! —Minho rodó sus ojos—. Ahora lo sé.

¡Mierda! Ahí era donde estaba Seungri y no en el buen sentido. Yunho estaba en lo cierto. Una vez que Lee Sang olfateara el olor de otro hombre por todo su cuerpo, sería castigado con severidad. Desesperado por mejorar las cosas, se abrió camino y examinó el botiquín. Buscó en el interior algo... cualquier cosa... que pudiera ser utilizada para cubrir el olor.

—Seungri —se hizo eco la voz de Lee Sang a través de la casa.

Los tres se congelaron cuando se dieron cuenta de que la actuación había terminado. Dejando escapar un pequeño gemido de angustia, Seungri clavó a Minho contra la pared y comenzó a frotarse contra él.

—¡Ah! ¿Qué estás haciendo? —Minho trató de alejarlo.

—Estoy tratando de cubrir su olor con el tuyo —explicó Seungri.

—Eso podría funcionar. Minho ha estado tan atrapado en su último proyecto, que no creo que se haya bañado en días —arrastró las palabras Yunho.

—Jódete —espetó Minho, y continuó luchando.

—Lo hemos intentado antes, pero no te gusta cuando te nalgueo —dijo Yunho en un tono de voz monótono.

—Esa es una imagen visual que nunca quise. —Seungri detuvo su ataque, dándole a Minho la oportunidad de alejarse.

—Seungri —Lee Sang volvió a llamar, esta vez con la picadura del enojo en su voz.

—Creo que es mejor que vaya. —Seungri suspiró.

—¿Quieres que vaya contigo? —ofreció Yunho.

Seungri sacudió la cabeza. Si Yunho iba, se ofrecería a tomar el castigo por él. Aunque el gesto nunca fallaba en tocar a Seungri, eso siempre acababa enfadando más a Lee Sang.

—No. ¿Por qué no tomas a Minho y se esfuman? —sugirió Seungri.

—También ha pasado la hora de nuestro toque de queda —señaló Minho al cabo.

—Vayan al taller en el sótano.

Ese plan cayó cuando Lee Sang hizo su siguiente pedido. —Quiero que los tres vengan aquí. ¡Ahora!

Ellos intercambiaron una mirada de resignación abatida antes de presentarse en silencio en la habitación de Lee Sang. A pesar de que Seungri se quedó atrás a propósito, la mirada de su mentor, con los ojos inyectados de sangre, se concentró inmediatamente en él. —Mueve el culo hasta aquí.

Les tres bocanadas de tomó aire para estabilizarse antes de seguir adelante y arrodillarse junto a la cama. Lee Sang luchó por sentarse, luego, lentamente, miró a Seungri de arriba a abajo, los labios apretados con disgusto, haciendo que las tripas de Seungri se apretaran con temor. Lee Sang dejó escapar un silbido bajo y le dio un golpe a Seungri que le giró la cara del revés.

—Puta —gruñó Lee Sang—. ¿Crees que puedes venir aquí, oliendo a ese felino? ¿Qué iba a mantenerme al margen y dejar que estuvieras en celo con ese animal?

—No —susurró Seungri.

—¿Qué?

—No —respondió Seungri, esta vez más fuerte.

Lee Sang cogió un puñado del pelo de Seungri y tiró de él. Seungri reprimió un grito de dolor mientras su cabeza se sacudía brutalmente a un lado.

—¿Valió la pena?

«¡Sí!» Quería gritar Seungri, pero sabía que decirlo en voz alta sólo haría que lo que viniera fuera mucho peor, y que Lee Sang podría decidir lanzar su furia sobre Minho o Yunho. Seungri se obligó a decir: —No, no la valió.

—¿Por qué me pones a prueba con esto? —preguntó Lee Sang, con voz cada vez más suave y casi comprensiva. —¿Quién te salvó cuando Eric te quiso matar como el animal que es?

Lee Sang les había mentido, mantuvo un férreo control sobre ellos  porque los estaba utilizando para hacer dinero rápido. Para ser sus pequeños títeres sobrenaturales. El hecho de que no les permitiera hablar con otros cambiaformas, tenía que ser porque estaba aterrorizado de que averiguaran la verdad, que Lee Sang no los había acogido por la bondad de su corazón, si no que los había secuestrado.

Entonces Lee Sang lanzó su furia sobre Minho y Yunho. —En cuanto a ustedes dos, deberían haberme contado que Seungri estaba siendo demasiado cercano al gato.

—No lo sabían —estalló Seungri—. Es todo culpa mía. Por favor, no los culpes.

—No, tiene razón. Me había dado cuenta —cortó Yunho, tal como Seungri sabía que lo haría—. Si alguien debe ser castigado, soy yo. Así que lo tomaré por los tres.

—Cállate —susurró Seungri, que muy a menudo tenía que trabajar duro para proteger a Yunho de sí mismo contra la ira de Lee Sang.

—No puedes tomar otra sesión en la parrilla de rodillas —embistió Minho agregando su dos centavos.

—Oh, pero lo hará y mucho más —cortó Lee Sang— Seungri va a pasar toda la noche allí y quiero que se sienten junto a él y vean cada segundo de ello. Bueno. —Lee Sang se apoyó sobre la almohada, para después hacer un gesto desdeñoso con la mano—. Minho y tú poden irse ahora. Tengo que hablar con Yunho a solas.

Se pusieron de pie y caminaron hacia la puerta.  Yunho sabía que sus compañeros solo habían salido de la habitación, pero que estaban ubicados detrás de la puerta, esforzándose en escuchar la conversación del dormitorio.

—El rastreador se está convirtiendo en un problema y no me gusta eso —dijo Lee Sang.

—¿Qué quieres que haga? —preguntó Yunho en su habitual, recortado, tono de voz.

—Voy a enviarte con Seungri mañana. Le diremos que es un trabajo, pero lo que realmente vamos a hacer es utilizarlo como cebo para atraer al felino. Cuando siga a Seungri, quiero que lo mates. Una bala en el cráneo, así nunca nos molestará a nosotros ni a Seungri otra vez.

Todo el aire salió de los pulmones de Seungri cuando un gran temor se estrelló contra él. Mientras que Yunho podía ser como un hermano para Minho y él, para todos los demás, era un asesino. Si Yunho iba tras Taeyang, uno o los dos terminarían muertos. Cualquiera de estas opciones sería devastadora para Seungri.

Una vez que Yunho bajo al sótano, Seungri se levantó de la parrilla de rodillas.

—¿Qué estás haciendo? —exigió Minho cuando se puso de pie.

—Has oído la orden que le dio a Yunho. Tengo que encontrar a Taeyang y advertirle. —Seungri comenzó a moverse por la habitación, recogiendo diferentes armas.

Minho se acercó y dio un tirón en su brazo. —Si haces eso no podrás volver. Te das cuenta, ¿verdad?

—De todos modos, los dos sabemos que yo no habría durado mucho más tiempo aquí. —Se encogió de hombros—. Lee Sang y yo nos hemos estado golpeándonos las cabezas demasiado a menudo últimamente. Era sólo cuestión de semanas antes de que se cansara de mí y me echara de una patada a la calle.

—¿Así que, vas a despegar y dejarnos atrás para buscar a una caliente pantera? —exigió airadamente Minho.

—Sabes que no es así. Los quiero a Yunho y a ti como a hermanos. Durante el tiempo que puedo recordar, hemos sido solo nosotros tres. No quiero perderos a ninguno de los dos.

—Entonces, ¿por qué haces esto?

—Porque... —Seungri se apagó antes de tragar duro para armarse de valor y agregar —: Porque no quiero perder a ninguno.

Minho puso una mano en su estómago. —Oh, Dios mío, realmente te has enamorado de ese tipo. ¿No?

—Sí —admitió Seungri, impactándose a sí mismo probablemente tanto como a Minho.

Un pesado silencio se apoderó de ellos antes de que Minho finalmente asintiera. —Bien, pero no vas a ir solo. Yo también voy.

—¿Estás seguro? El hecho de que esté renunciando a todo no significa que tú también tengas que hacerlo.

—Nunca he estado más seguro de nada —declaró Minho cuando reunió su mirada con la de Seungri.

Con el teléfono de Taeyang consiguieron concretar una reunión con el rastreador, aunque este desconfiaba abiertamente de ellos. Seungri estaba tan desesperado por salvarguardar la vida de ese hombre que ni siquiera le importaba el frio trato que recibía.

—Has estado tratando de matarme desde hace meses y todavía respiro, por lo que tendrás que perdonarme si no me pone nervioso tu amenaza.

—Esta vez no soy yo quien va a por ti, sino mi amigo Yunho.

—Por lo tanto, son más.

—Sí, tres de nosotros trabajamos para Lee Sang. Yunho, Minho y yo.

—¿Qué tipo de cambiaformas es Yunho? —Siempre ayudaba conocer todo lo que se pudiera sobre sus enemigos, y por como sonaba todo, este Yunho estaba a punto de conocerlo.

—Supuestamente es un leopardo, aunque no podremos saberlo con seguridad hasta que no tenga su primer cambio.

—¿Un leopardo?

Los leopardos eran los felinos más crueles e inestables. Ellos estaban tan mal, que ni siquiera podían vivir con los otros leopardos. Las luchas internas y muchas agresiones entre las familias los llevaron hasta el punto de la extinción.

—Necesitamos encontrarnos, para poder protegerte.

—Tenemos que tener mala conexión, porque no puedo haberte oído decir que ‘tú’ vas a protegerme a ‘mí’.

—Sé cómo se mueve y piensa Yunho. Lo ayudaba a entrenarse —insistió Seungri.

—Está bien. —Deliberadamente, no le dijo que Siwon iba con él. Si Taeyang había aprendido algo, es que no podía fiarse de Seungri. Así que no se sintió mal por la emboscada.


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